sábado, 4 de septiembre de 2010

Hoy

Hoy conocí a un hombre, aunque no recuerde su nombre, tenía un alma, tenía un corazón y se lo pude ver.
 Tenía una belleza, que sólo un rayo de sol después de la lluvia representa, a los ojos de alguien sensible.
 Un corazón noble, cuando se encuentra con otro, crea conexión y el aire cambia, cambia el mundo, porque se detiene el tiempo.
 Este hombre tenía inocencia.

Trabajaba, vivía en familia, tanto con la suya como con la ajena. No sólo trabajaba por el pan, que era totalmente cierto, porque su parque estaba lleno de cajas de verdulería, también criaba alguna que otra gallina, y a dos conejos que estaban listos pa´la olla. Entre todo esto, se hacía tiempo para ladrillo por ladrillo hacerle una casa a su cuñada, quien planeaba venir desde Perú para fin de año.
 Terreno fiscal, por supuesto, pero que sin embargo fue pagado con sumor, aquién lo había tomado primero.
 Agujeros en el techo y las paredes, de madera vieja, húmeda, podrida.
 Camas compartidas, y camas sin colchones.
 Un baño, 15 personas, y a lo que llamo baño no se lo podría llamar así, en el exterior, directo al poso.
 Una de las mujeres "sufría" un embarazo.  

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